jueves, 5 de septiembre de 2013

Confianza ciudadana en América Latina

La confianza es un elemento central para el estudio del capital social. En general, se considera que los ciudadanos pueden favorecerse de los lazos de confianza que establezcan, por ejemplo, para conseguir un trabajo (Yapu, Romero, & Rocha, 2013). A nivel colectivo se esperaría que estos vínculos favorezcan la reciprocidad, cooperación y, consecuentemente, el orden social.

Varios autores distinguen la confianza interpersonal de aquella depositada en las instituciones. La primera se refiere a la que se deposita en los familiares, amigos e incluso en personas desconocidas (Putnam, 2000). La segunda se refiere a la confianza que se refuerza o debilita por las acciones de alguna institución en particular como las instituciones gubernamentales, religiosas, empresariales, entre otras.

De acuerdo con datos del Barómetro de las Américas, en los últimos diez años, los haitianos, dominicanos, peruanos y bolivianos han reportado niveles de confianza más altos en las personas que habitan en su comunidad. Por su parte, los canadienses, estadounidenses, beliceños y costarricenses reportan los niveles más bajos. En el siguiente mapa interactivo puede encontrar el nivel de confianza de cada país.

Mapa 1

El mapa 2 muestra el nivel de confianza que los ciudadanos depositan en tres instituciones públicas clave: el Gobierno Central o Nacional, el Congreso y el Sistema de Justicia de cada país. En la última década, la confianza en el Gobierno Nacional ha sido más alta en Uruguay, seguido de República Dominicana. En contraposición, los gobiernos peruano y nicaragüense han gozado del menor nivel de confianza de parte de su población (ver mapa 2a).

Empero, los congresos gozan de menor confiabilidad. Los casos más críticos se refieren a Ecuador, Paraguay y Perú, pero en general, el voto de confianza para esta institución es pobre (mapa 2b). Por último, la calificación del sistema de justicia es alto en Canadá y Estados Unidos, pero nuevamente, Paraguay y Perú muestran los niveles más bajos de la región (mapa 2c).

Resalta que al analizar conjuntamente la confianza en la comunidad y en las instituciones públicas es necesario rescatar una interrogante de interés: se esperaría que una alta confianza depositada en las personas más cercanas promovería la cooperación en los espacios locales. Sin embargo, interesa observar si esta confianza también se extiende hacia las instituciones públicas. Si no fuera así, Fukuyama (2001) advierte de un sistema de doble moral que consecuentemente constituiría una “fundación cultural para la corrupción”.

En algunos países latinoamericanos que muestran esta situación, correspondería preguntar: ¿cómo se encuentra su país, la población confía más en la comunidad y/o en las instituciones?
 
Mapa 2

Referencias

Fukuyama, Francis (2000). Social Capital and Civil Society. IMF Working Paper, pp. 1-19. Disponible en SSRN: http://ssrn.com/abstract=879582

Putnam, Robert (1995). Turning In, Turning Out: The strange disappearance of Social Capital in America. Political Science and Politics 28(4) pp. 664-683. Disponible en: http://www.jstor.org/stable/420517.

The Americas Barometer por el Latin American Public Opinion Project (LAPOP), www.LapopSurveys.org.

Yapu, Romero, & Rocha (2013). Capital social: ¿un determinante para la inclusión laboral? Documento preparado para la Primera Conferencia Regional: “América Latina hacia la inclusión social: Avances, aprendizajes y desafíos". Pendiente de publicación.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Keep calm

Por doquier podemos leer la típica frase inglesa: keep calm and carry on (mantén la calma y continua). Esta ha sido modificada y utilizada en diversos anuncios publicitarios; sin embargo, pocos conocen su origen.

En 1939, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno inglés planeaba colocar estos afiches para tranquilizar a su población ante posibles ataques. Lógicamente el estrés de la sociedad era alto porque la población recordaba las consecuencias del primer enfrentamiento global.

Hace más de diez años los propietarios de una librería encontraron los afiches originales en el condado de Northumberland en Inglaterra. Desde entonces estos han ganado popularidad en países como Guatemala.

Aunque el panorama es totalmente distinto al de Inglaterra en ese tiempo, mantener la calma en nuestro país parece un reto. De hecho, el estudio de Cultura Política de la Democracia en Guatemala nos indica que 7 de cada 10 guatemaltecos tiene preocupaciones de tipo económico como: encontrar y mantener un trabajo, y generar el ingreso necesario para asegurar su estabilidad económica. Otros manifiestan que su principal preocupación se refiere a la inseguridad ciudadana en el país.

A esto se agrega que, en general, cada vez confiamos menos en las personas que viven en nuestra comunidad. Por ejemplo, las estadísticas del mismo estudio indican que el 54% de los guatemaltecos que viven en la ciudad capital considera que sus vecinos son nada o poco confiables. Estas y muchas otras situaciones nos impiden alcanzar un estado de tranquilidad y calma.

La solución a tales preocupaciones no se alcanzará al seguir los consejos que se dan en las diversas variaciones del mensaje como “keep calm and eat a cupcake” o “keep calm and support Barcelona/Real Madrid”. Más bien, estos mensajes sugieren acciones que contribuirían momentáneamente a nuestra satisfacción individual.

En mi opinión, mantener la calma no significa inactividad sino un estado que nos permite asignar la debida importancia a cada una de nuestras acciones, considerando el impacto positivo o negativo que tendrán en las demás personas.
 
Una versión de este artículo fue publicada en la Revista Iniciativa Mujer, disponible en: http://issuu.com/revistainiciativamujer/docs/revista_sept