Hasta enero de 2006, la empresa Kongo Gumi era reconocida como la más antigua en el mundo. Se dedicaba a la construcción de templos budistas en Japón. Sin embargo, después de 1428 años de operación, esta se convirtió en una subsidiaria de otra empresa de construcción llamada Takamatsu.
Por ello, al momento, la empresa más antigua (es decir, que ha mantenido operaciones continuas y de manera independiente por más tiempo) es un hotel también ubicado en Japón, llamado Nishiyama Onsen Keiunkan, que nació en el año 705. Es asombroso pensar que estas empresas ya tenían varios años de operación cuando Colón descubrió América, por citar un evento histórico relevante.
No es coincidencia que las dos empresas que en los últimos dos años se ubicaran en el país nipón. De hecho, la mayoría de empresas antiguas se ubican en los lugares que ahora conocemos como Japón, Alemania, Austria, Reino Unido e Italia.
Considerando estos datos, es válido preguntar: ¿por qué reflexionar sobre la trascendencia en el tiempo de las empresas?
En principio, es increíble que las empresas se convierten en el legado de las personas visionarias. De hecho, resulta difícil dimensionar el tiempo de trascendencia de las empresas mencionadas y observar cómo las generaciones actuales se benefician de los emprendimientos de sus antepasados.
Justamente, desde un punto de vista normativo, la sobrevivencia de las empresas depende de la correcta administración de la misma por parte de los sucesores, del clima de negocios y la competitividad de la empresa. Sin embargo, la realidad también muestra que algunos negocios basan su estrategia de sobrevivencia en privilegios o prácticas de competencia desleal.
Todo esto ocasiona que, en Guatemala, varios emprendimientos que no sobrevivan mucho tiempo. Por ejemplo, los datos del Global Entrepreneurship Monitor indican que Guatemala es uno de los países con las tasas más altas de emprendimientos tempranos a nivel global. Sin embargo, sólo una pequeña parte de las nuevas empresas logra superar los 3.5 años necesarios para consolidarse en el mercado. Esto se debe muy probablemente a que los emprendimientos recientes son mucho más sensibles a los cambios en las condiciones económicas que las empresas más antiguas.
Por otro lado, la edad de la empresa también es un factor determinante del comportamiento y estrategias corporativas. Por ejemplo, para el caso de las empresas españolas, Javier Sánchez Vidal y Juan Francisco Martín-Ugedo (2008) detectaron dos tendencias que podrían aplicar para el caso guatemalteco:
1. La primera que mencionan es que a mayor edad de la empresa, mayor es la presencia de fondos propios para su operación. Esto es por que las empresas tienen una capacidad mayor de acumular beneficios y depender menos de otras fuentes de financiamiento como el crédito.
2. La segunda se refiera a que el riesgo asumido por las empresas disminuye con el tiempo. Es decir, las empresas jóvenes tienden a realizar acciones más riesgosas mientras que las empresas con mayor trayectoria tienden a acomodarse a una situación más estable.
En relación a este último punto, otros autores también agregan que las empresas más antiguas son más resistentes al cambio y a la puesta en marcha de acciones innovadoras.
Por ello, si su negocio tiene más de dieciséis años, puede decir que ha superado la edad mediana de una empresa guatemalteca. Esto podría indicar que va en el camino correcto para asegurar su trascendencia en el tiempo pero también debe ser un motivo para evaluar si las operaciones de su empresa son dinámicas y virtuosas, o si se está estancando.
Este artículo se publicó en la Revista PERSPECTIVA, disponible en:
http://www.perspectiva.com.gt/la-trascendencia-en-el-tiempo-de-las-empresas/
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