miércoles, 28 de octubre de 2009

Políticas públicas: ¿innovación o réplica?

Algunos países como Brasil y Argentina han implementado políticas públicas que han resultado exitosas porque cumplen con el cometido de asegurar mejores condiciones políticas, económicas y sociales que inciden en mejores niveles de vida para sus habitantes. Sin embargo, otros países han tratado de replicar los mismos modelos pero han obviado grandes diferencias como la estructura productiva, la organización social, los contrastes culturales y recursos gubernamentales. 

La replicabilidad de modelos gubernamentales exige de varias fases, que inician con la exploración de políticas exitosas que han satisfecho necesidades similares a las sentidas en nuestros países; en mi opinión, estas deberían ser principalmente sobre aquellas referidas a la reducción de la pobreza. 

Luego, se debería proceder a sistematizar la información disponible, a simular tanto el impacto que estas políticas tendrían como estimar el tiempo que tomaría percibir una mejora sensible; aunque debemos reconocer que en Guatemala tenemos una gran limitante por la poca disponibilidad de información. 

A partir de la etapa anterior, si la aplicación de estas políticas resulta viable, será necesario socializar su impacto positivo, puesto que serviría para motivar la participación del sector privado y de la sociedad civil –muchas veces los más interesados en trabajar por el país y unificar esfuerzos con el Gobierno–. Tales acciones contribuirían también al diseño de metodologías más incluyentes y participativas, que tomen en cuenta las diferencias del país.

Finalmente, en la etapa de ejecución, es fundamental y necesario que los procesos se mantengan transparentes para que estas políticas sean apoyadas y, por lo tanto, sostenibles, de manera que se constituyan como la base que permita el despegue de nuestro país.
Si se cumple fielmente con este proceso, la replicabilidad de las políticas puede ser aún más exitosa que en los países pioneros. 

Sin embargo, lo ideal sería que los gobiernos mismos apliquen sus propias políticas e innoven, porque se supone que cada país y sus habitantes reconocen y están sumergidos en los problemas nacionales. Por ejemplo, Lula da Silva implementó el programa Hambre Cero con el propósito de que los niños no pasaran por las mismas condiciones de hambre que él vivió.

Además, bien se dice que para ir adelante de los demás, se necesita ver más que ellos… La tarea de innovar en esta materia no es sencilla pero estoy convencida de que los resultados pueden ser muy satisfactorios. Cuando una persona toma decisiones transformadoras pero responsables, motivará a quienes están a su alrededor a replicar dichas acciones y estas tendrán un efecto multiplicador en la sociedad. El buen ejemplo, arrastra.

De hecho, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe próximamente presentará 13 proyectos innovadores de emprendimiento comunitario que han tenido eco en la implementación de políticas gubernamentales.

En conclusión, evidentemente la innovación siempre ha caracterizado a aquellos países que han creado mejores plataformas de despegue para mejorar las condiciones en educación, salud y seguridad. Pero si las autoridades gubernamentales deciden aplicar políticas públicas ya diseñadas, es necesario hacer y mantener las consultas a los ejecutores originarios; es decir, que los gobiernos no deben tomar estas políticas como recetas mágicas y automedicarse porque esto puede traer consecuencias aún más graves.

Este artículo fue publicado en elPeriódico, disponible en: http://www.elperiodico.com.gt/es/20091028/opinion/121758/